Crónica de un viaje no deseado (3)

Poco a poco la noche nos abandonó.  Al día siguiente un desayuno complicado, el número de asistentes aumentó considerablemente de la noche a la mañana. Mientras tomaba el primer café del dia, un loro, se paro en la copa de un árbol y empezó a cantar, cosa extrañisima considerando que estabamos en plena ciudad, no le veo alguna connotación esotérica, pero me llamó mucho la atención, otra de las tonterías en las que se ocupaba mi mente para no pensar.De la misma forma, en 3 ocasiones vi un colibrí rondando, no estoy segura siquiera de si a mi abue le gustaban los pájaros. 

Cuando vimos, ya estaban los señores que se lo llevarían a la iglesia. Nuevo llanto, las escasas horas de sueño y un buen desayuno permitió que se regaran más lágrimas. Luego la misa, y otra vez me derrumbé, cada palabra del padre era una certeza de que mi abuelo donde quiera que esté, estaba fuera de este mundo, y el cura pidiendo por su alma, una vez más, las palabras de juicio, de perdón de sus pecados, parece que irse al cielo no es tan fácil como uno pensaría, pero incluso si mi abuelo llegó hasta allá, aunque ahora sea un ángel cuidándonos, cada minuto de la misa me quedaba mas clara su ausencia, el saber que nunca más podría abrazarlo, que su voz no volvería a decirme que me quería. Cuando llegó el momento de despedirnos de él, creo que no hubo uno solo de nosotros capaz de reprimir el llanto, la misa no nos ofreció el consuelo suficiente ante el dolor de tener que decirle adiós. No sé si estaba muy mal, pero creo que me sentía terrible, para mi todo esto es un sentimiento nuevo, un dolor que no sé explicar, nunca había perdido a un ser que amara tanto.

Poco a poco nos calmamos y regresamos. Una comida organizada rapídamente, pláticas, recuerdos, y todo había terminado, la gente comenzó a irse. Mi cuerpo pedía a gritos dormir.

Esa noche, me enteré del embarazo de una amiga, unos se van, para dejar lugar a los que vienen. Así es como funciona, pero siempre he tenido problemas en entender, por qué algunos se van antes de lo debido. No entiendo la muerte, y siempre he temido más la de otros que la mía.

Aun nos quedamos un día más, para tomar decisiones, platicar, sabemos que no nos veremos todos juntos pronto de nuevo, no quiero irme, no quiero regresar a seguir con una rutina que no puede parar, quisiera poder tener un mayor duelo. Quisiera poder quedarme unos días más bajo la protección de mi familia, la distancia me parece más grande que nunca, el peso de los problemas económicos, de los miedos que siempre controlo parece caerme encima. No quiero regresar, y sin embargo, extraño mi casa, el último día ya no queda casi nadie, una visita rápida a mi abuela para despedirme, muchos abrazos, prisas, todos han tomado su camino de regreso, llego al aeropuerto mucho antes de tomar el avión, me siento incapaz de repetir la hazaña y me compro un libro y unos audífonos, no quiero pensar más, no puedo llorar más.

Hace ya una semana de esto, y no duele menos de lo que dolía entonces, me repito las palabras que sé que me dirían, él está mejor donde sea que esté, y las creo, pero los que estamos aquí, lo extrañaremos todos los días. Y nos costará mucho tiempo, acostumbrarnos a la idea de estar sin él.

Te amo abuelito