Como hoy realmente no tengo nada que contar (al menos hasta que acabemos de ver "Media Noche en París) cambiaremos un poco el ritmo. Primero un saludo a mis nuevos seguidores, espero este lugar sea de su agrado, agradecer sus comments, y ahora, tengo un pequeño cuento que me gustaría enseñarles, como es un poco largo, lo iré poniendo por partes, bueno, y si es que a alguien le interesa leerlo XD, se aceptan comentarios.
Son las 8 pm, es hora de marcharse, en
la oficina ya no queda nadie; la verdad es que yo tampoco debería
estar aquí, pero a mi jefe se le ocurrió a última hora que quería
el informe listo para hoy, y ahora, él está con su amante, y yo aun
debo recorrer una hora en auto hasta mi casa.
Salgo por el vestíbulo y no veo a Don
Fer, quizá fue al baño, sin embargo todo está demasiado
silencioso. En el estacionamiento sólo queda mi carro; imagino que
el policía viene en metro. Subo a mi mustang rojo y lo arranco lo
antes posible, no me siento segura yo sola en el gran estacionamiento
subterráneo, aun me quedan seis meses por pagar.
Todo el camino ignoro el tráfico, por
alguna razón, vengo pensando en el pasado. Quizá es el exceso de
trabajo pero comienzo a recordar aquellas noches en las que tú me
esperabas en casa.
Hace tanto tiempo que despierto sola.
Me obligo a mirar el camino cuando el
calor de mis recuerdos comienza a invadirme provocativamente. Lo que
menos necesito es tener un accidente, con la cantidad de trabajo que
tengo. Aunque por un momento me divierte la idea, yo en casa con una
pierna rota, mientras mi jefe se vuevle loco con la carga de trabajo.
Me río ante esta idea, pero nuevamente estoy divagando; el sonido de
un claxon me regresa a la realidad. Sin darme cuenta, ya casi estoy
en casa.
Llego a mi edificio y atravieso el
pasillo hacia el elevador. Quizá si no viniera tan cansada, me
habría dado cuenta de lo callado que está todo. Pero lo único que
deseo es quitarme los tacones, que tras 12 horas se sienten como
agujas atravesando mis pies.
Entro en mi departamento sin molestarme
en prender la luz, es suficiente con la que entra por la ventana.
Aviento los zapatos apenas cruzando el
umbral. Dejo caer la bolsa en el sofá y me dirijo a la recamara. Me
quito el saco y las medias mientras decido entre darme una ducha, o
tumbarme en la cama sin más preámbulos. Quizá debería haberme
extrañado la ausencia de Senki, mi gato, pero mi cansancio es en lo
único que puedo pensar.
Finalmente me decido por el baño. Me
quito el resto de la ropa y me doy una ducha rápida, sólo para
relajarme y quitarme el olor a oficina. Salgo de la regadera y me
envuelvo en una toalla, y me extraña observar la lámpara de noche
prendida. Abro la puerta del baño un poco asustada y noto tu
presencia por primera vez, en el sofá de la recámara. Doy un ligero
respingo pero me obligo a recomponerme de inmediato.
Hace tanto tiempo que no tenía esa
imagen frente a mi. Tu silueta desparramada desordenadamente, con tu
aire despreocupado, y esa actitud cínica que me vuelve loca.
Tu me miras fijamente, y sin embargo,
es como si tu mirada me atravesara. Tu cabello cae sobre tus hombros,
negro como la noche más profunda, con tus apenas rizos como
enredaderas. Sé que no es posible que hayas cambiado en absoluto, y
sin embargo, te veo más alto, más elegante y más hermoso si es
posible.
Tú te das cuenta del hechizo que has
vuelto a provocar en mi y sonríes ligeramente con tus labios rojo
sangre, apenas lo suficiente para mostrarme la punta de tus
deliciosos caninos que me causan un escalofrío en la nuca que nada
tiene que ver con el miedo.
Trato de recobrar la compostura
mientras recuerdo el dolor que me causó nuestro último encuentro. Y
busco en él fuerzas para comenzar a hablar.
--- No deberías estar aquí-- logro
articular. Tú me miras finalmente a los ojos sin quitar la sonrisa.
--¿Por qué? Él ya no viene mucho ¿o
si?
---Sabes perfectamente que no es por
él-- contesto, y como si estas palabras fueran mágicas, la furia
comienza a crecer en mi.
Tú sonríes cínicamente, haciéndome
enojar aún más, y dices con voz melódica
---Si me fui es porque tú así lo
quisiste, y lo sabes, porque preferiste darle tu corazón a él.-
--Sabes bien que no fue así, la única
razón por la que decidí intentarlo con él fue tu negativa a
mantenerme a tu lado. Tus promesas absurdas de jamás convertir a
nadie. ¿Qué se supone que debía hacer? ¿Morirme mientras tu
vivías para siempre? Envejecer a tu lado mientras tu rostro perfecto
me recordaba cada día lo limitado de mi propia existencia?
Él me amaba realmente, estaba conmigo
a pesar de todo, incluso cuando por tu culpa, una vez más me alejé
de él, siguió insistiendo muchísimo. Y durante algún tiempo,
hasta antes de recibir esa visita, casi logré ser feliz, lo quería
con el alma, y por primera vez, creí que jamás volvería a pensar
en ti.
Pero ya deberías saber que mi odio
nada tiene que ver con eso. No fue el pedirte que te fueras lo que me
destrozó el corazón. No fue tu ausencia lo que hizo que mi relación
con él fracasara. Fue la visita que recibí hace un año.
Guau... q tal historia... me gusta...un abrazo. Cuídate y ya quiero ver q pasa?
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