Él quería conocerme. Tenía que venir
a restregarme en la cara, que tú le diste como si nada lo que a mi
me negaste rotundamente .
Llegó una noche igual que tú. Sabía
que Daniel estaba de viaje, y lo encontré en el mismo sitio en que
te encuentras ahora. Pero las circunstancias no podían ser más
distintas.
Entré a mi cuarto y su
figura pálida estaba sentada, sonriendo ampliamente. Dudo mucho que
estuvera tratando de ocultar su naturaleza, por el contrario, él
quería que supiera lo que
era. Su boca dejaba ver claramente los colmillos que le habías
obsequiado, y sus ojos dorados, difícilmente se ven en un mortal.
Conozco
lo suficiente de vampiros para saber que esa noche, no había cazado.
Sus ojos demostraban ferocidad, y la única razón por la cual no
salí corriendo en ese momento, fue porque las piernas no parecían
querer obedecerme.
Cuando
pude calmarme un poco, me di cuenta de más detalles. Ciertamente era
hermoso, en una forma en que ni tú ni yo lo somos. Su cabello rubio
y lacio cayendo hasta la mitad de su espalda, la barba de candado
perfectamente arreglada, su modo felino de moverse. Junto con su
chaqueta de cuero y jeans rotos en un perfecto color negro, era la
personificación del Lestat en su época de rockstar, un perfecto
vampiro moderno. Aun así, resultaba aterrador, me recordo un lobo,
un cazador hermoso y violento a la vez.
También
en ese momento noté el anillo que llevaba, “mi anillo”.
Creo que en ese momento el
corazón dejó de latirme por un segundo. Lo primero que pensé es
que él te había atacado, que quizá te lo había robado y en ese
momento estabas muerto o malherido en algún lugar. Pero él no
parecía un vampiro viejo, podía darme cuenta de eso, y yo ya había
visto tus poderes, sabía que no era posible que alguien así te
venciera.
Y
entonces lo supe.
Como si
el ser hubiera estado leyendo mis pensamientos (cosa muy probable)
casi en el mismo momento en que llegué a esa conclusión, él se
levantó, aún con su sonrisa sádica en el rostro, comenzó a
rodearme lentamente, recordandome aún más a un lobo cazando. Pero
en vez de lanzarse sobre mí, como creí que haría sonrió aún más,
se recargó en la parded y comenzó a hablarme. “Tenía que
conocerte” me dijo, "Braulio me ha hablado mucho de ti. Creí que
exageraba, pero veo que eres tan hermosa como él te recuerda.Claro
que lo que más me dijo de ti lo hizo en silencio, cuando me
convirtió en el ser qe ves ahora. Estoy seguro que él no hubiera
querido compartirme esos pensamientos, pero su tonto amor por ti lo
hace tan vulnerable, que no hay forma de ocultarlo.” -el te
convirtió?- y tontamente le dije – Pero si él había
prometido...- Él me interrumpió y dijo “Ah sí, esa tonta
promesa. Bueno, no esperabas realmente que la cumpliera ¿o si?”. El
debió notar el desconsuelo en mi rostro porque comenzó a reirse.
“¡Vaya!, parece que sí. Pero si fue my facil convencerlo. Quizá
no usaste la técnica correcta. Verás, Braulio es un romántico, no
puede estar solo por mucho tiempo, y yo soy justo lo que él
necesitaba, alguien que le de sentido a su inmortalidad, un cazador
nato que lo mantenga en forma, que lo rete lo suficiente para que no
se aburra del mundo. Después de todo, en 400 años parece haber
conocido todo, qué podría hacer los siguientes mil.
Pero no
llores querida, sé que él te quiere, me lo dijo esa noche en que lo
convencí de morderme.” -No estoy llorando repliqué, pero en ese
instante noté el sabor de mis propias lágrmas en la boca. Él
continuó su historia.
“Tenía
ya 3 meses visitándome. Supongo
que en un principio quería comerme. Nunca he sido una buena persona.
¿sabes? Pero gran parte de mi éxito se debe a mi astucia y poder
de seducción; puedo percibir el peligro a una gran distancia. Poco a
poco lo atraje y después de un tiempo, su curiosidad pasó a ser
franco deseo. En un principio no estaba seguro de que era él, pero
hay suficientes películas hoy en día sobre nosotros, y sus
constantes visitas nocturnas me revelaron el secreto. Y yo quería
eso, así que se lo pedí. Claro que se negó, y me pidió que jamás
lo volviera a mencionar. Fue cuando habló por primera vez de ti, y
de cómo te había dejado por esa misma razón. También insistió
mucho en que debía cambiar mi estilo de vida, ser una buena persona,
y ese tipo de tonterías.
Yo
soportaba sus sermones, le escuchaba y pretendía entenderlo. No
volví a sacar el tema a colación. Pero cambié la estrategia, como
dije, es un romántico. Poco a poco me volví su cachorro, cada vez
más dependiente de él, el alma descarriada que necesita ser
salvada, y él era el héroe que lo haría. Sin embargo para que mi
idea funcionara tenía que añadirle un toqueTrágico. Poco a poco me
volví más bueno, me arrepentí ante él por todo el daño que
había causado. Y confesé cómo esto me provocaba un inmenso dolor.
Fue
tan divertido representar este papel. Dejé de comer, dormía lo
menos posible, y poco a poco comencé a parecer enfermo. Él por
supuesto lo notó, me visitaba diario, me obligaba a a probar las
deliciosas cenas que cocinaba para mí, y me hablaba de las
maravillas de estar vivo. Si bien ahora sé que no era amor lo que
sentía, sino una gran compasión y codependencia, lo aproveché
bien.
El
final de mi obra tenía que ser total, era un poco riesgoso, pero lo
había llegado a conocer lo suficiente para saber que no no fallaría.
Una
tarde, poco antes del ocaso, llené la bañera con agua tibia, me
despojé de mi ropa, la doblé cuidadosamente y la coloqué sobre el
mueble de baño. Encima puse la carta de despedida que previamente
había escrito, arrepintiéndome profundamente y decidiendo terminar
con mi vida para purgar los pecados cometidos. Me metí en la bañera
y disfruté un poco el agua tibia en mi piel antes de tomar la navaja
de afeitar.
Sabía
que faltaba poco para su llegada. Todo tenía que ser calculado con
exactitud. Si él se retrasaba, me desangraría antes de su llegada,
si llegaba muy pronto me llevaría al hospital y serían los
médicos los encargados de salvarme. No podía fingir, tenía que ser
real.
Mientras
el pulso me temblaba, me obligué a serenarme y tracé dos cortes
profundos, uno en cada muñeca. En un segundo, el agua se tiñó de
rojo con la sangre que salía de los cortes, la observé cambiar de
color y pensé que no era tan doloroso como imaginaba. Poco a poco
comencé a marearme y supe que pronto perdería el conocimiento. Y
por primera vez, sentí miedo de que él no llegara. Con mis últimas
fuerzas susurré "ayúdame" y después me desmayé.
Lo
que ocurrió después son solo conjeturas imagino que le llegó el
olor de mi sangre, entró en el baño y me vio, junto con la carta ,
imagino su culpa. Casi podría verlo si cierro los ojos.
Recuerdo
que me hablaba. Su voz sonaba lejana. Quería abrir los ojos pero me
sentía muy débil podía sentir su fría piel rozando mi cuerpo
mientras me sacaba de la tina y me colocaba en la cama.
Recuerdo
su estremecimiento ante el olor de mi sangre. sabía que se debatía
entre el instinto y la cordura. Sentí algo tibio en los brazos, y el
dolor en las muñecas desapareció, sin embargo la debilidad no.
Cuando
parecía que me iba a desvanecer nuevamente, sentí al fin sus
colmillos clavarse en mi garganta. El dolor fue mucho mayor que el de
la navaja, y sin embargo, era una sensación placentera. Poco a poco,
imágenes de mi vida y de todas las personas que maté atravesaban mi
mente. Al mismo tiempo escuchaba mi corazón tratando de retener la
poca sangre que aun conservaba y el suyo sincronizandose con mis
latidos.
Poco
a poco, mi pulso bajaba su ritmo mientras el suyo aumentaba y sólo
entonces alejó su boca de mi cuello. Me desplomé en la cama
pensando que quizá su finalidad era matarme, sentía la muerte
llegar cual si fuera una presencia tangible, mi plan, después de
todo, había fallado.
Pero
entonces, la calidez que había sentido en mis heridas, cayó sobre
mis labios regresándome la vida. Sentí el sabor de mi propia sangre
en la suya, y como si mi cuerpo la reconociera como propia y quisiera
reclamarla, tragó con avidez. Me aferré con una fuerza desconocida
e ilógica dada mi agonía y tomé su sangre (mi sangre) de el cuello
que él me ofrecía. Nuevamente nuestros corazones se sincronizaban ,
pero esta vez, fue el mío el que cobraba fuerza con cada trago que
daba.
Fue
ahí cuando te vi por primera vez, su amor por ti, el dolor de
perderte, la culpa por darme lo que a ti te negó, y también ahí
supe que serías un peligro.
Finalmente
él me alejó de su cuello, se sentó a observarme mientras grandes
lágrimas rojas resbalaban por sus mejillas. Pero yo sonreía. Lo
había logrado. Sentía mis dientes alargados, mis sentidos alerta de
una forma que no conocía, pero por sobre todas las cosas, sentía un
apetito voraz.
Me
levanté de la cama y fui a su lado, lo abracé y besé en los labios
y le dije --- Me salvaste la vida, ahora debes enseñarme lo que
sabes. Llévame de caza.---
A
partir de ese día, volvió a ser mi tutor, pero esta vez educándome
en la inmortalidad, trasmitiéndome sus dogmas, como el alimentarse
sólo de escorias sociales, ocultar nuestra natraleza y todas esas
tonterías que él considera de vital importancia. Yo una vez más
fingí poner atención, pero a sus espaldas, daba rienda suelta a mis
poderes.
Sin
embargo, él continuaba hablando de ti, la culpa lo comía tanto como
el amor, y fue creando una pared entre nosotros. Fuimos
distanciándonos. Él se volvió más taciturno, y creo que empezó a
sospechar de mis actividades, pues al final, me echó de su vida.
Cuando
esto ocurrió me di cuenta de cúanto lo amaba, sentí rabia,
impotencia, y juré vengarme con lo que él más ama.
Por
eso estoy aquí. Y debo decir que no esperaba un ser como tú. Me
dará mucho gusto acabar con tu vida, seguro que tu sangre es de lo
más deliciosa.”
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