Nunca quise ser maestra. Tuve maravillosos profesores a lo largo de mi vida, y muchos de ellos me querían, pero no creo haber sido una alumna ejemplar, y creo que le saqué muchas canas verdes a algunos de ellos. Siempre consideré que tener la paciencia que algunos de mis profesores demostraron, era tarea casi de santos.
Hoy es día del maestro en México, y es importante felicitar a aquellos que formaron parte en nuestra educación. Yo recuerdo a muchos de mis profesores, si no es que a todos, pero unos me marcaron de una forma que no olvidaré.
Definitivamente mi primaria fue lo que me convirtió en quien soy ahora, el camino que he seguido es totalmente consecuencia de ella. Y desde Hilda en 1er año, hasta Lupita en 6to, todos mis maestros me enseñaron mucho más que su asignatura. Recuerdo con cariño de esa época a Yolanda qepd, a Marthita a quien hubiera querido tener de profesora hasta la universidad si hubiera sido posible, a Rocío, a Pepe, a Lolita, A Pato, a Ángel, Charo, Loehngrin, Sofía, Julio, Aída, Citlali, Sergio, Lucy y por supuesto a la cabeza de todos ellos Tere, aun guardo en mi cajón el cuaderno que llenaron con sus frases el día que salí de la escuela.
En la secundaria tuve maestros muy interesantes, Gloriana, Nacho, Pina, Mauricio, Adriana, Frida, Alfonso, profesores con los que aprendí mucho más de la vida que de sus asignaturas (aunque tb destacaran en ellas), pero también tuve excelentes maestros aunque en el momento los odiáramos por hacernos rabiar un poco con las materias: Ángeles, Ma Luisa, Agustín; y aquellos que nos regalaron muchos momentos divertidos (aunque quizá no lo sepan) como Catalina, Luis, Dinorah, y el profe ese al que le tiraron su portafolio por la ventana, incluso recuerdo a mis maestras de danza, que me hicieron pasar muchos tragos amargos, y claro a aquella profesora que me llevó a conocer cuba, para luego abandonarnos allí por su nuevo galán.
En la preparatoria, definitivamente tuve un gran abanico de personajes, La profesora Juanita debe haber sido la mejor, gritándoles flojos y escorias a los alumnos, con su metro veinte de estatura, sus sepetepecientos mil años acuestas que hacían que le tomara 10 minutos llegar de la entrada al salón, y su gran fuerza capaz de callarnos a todos en un segundo, como la quise caray. Mis profes de matemáticas, que me hicieron odiar la materia y aprender que a veces el profesor no es tan malo como la asignatura que da. El viejito de anatomía que nos dejó ver Dragon Ball, el profe de química que me enseñó que un viejo rabo verde a veces sólo lo es porque las chicas lo permiten. El de ética que me enseñó que en ocasiones un maestro da una asignatura que no sabe que ni qué significa, la maestra de deportes de primero, que era toda amor y en su vida había movido un dedo, y la de segundo, que tampoco se veía más deportista pero te ponía a sudar la gota gorda. Los de literatura el último año, que personajes tan raros, uno parecía primo de brozo y la otra incapaz de identificar un poema de Rosario Castellanos mientras un alumno lo plagiaba. Mi super profesor Lemus que no consideró que hervir 20 clases de hongos en un laboratorio podía tener efectos secundarios en los alumnos. Pero que me regaló las mejores excursiones de esa época. Y la otra profesora de biología que constantemente me regañaba por mi mala letra.
El profesor de historia, que demostró que ciertos profesores pueden convertir en somnífero hasta las mejores materias. Mis profesores de arte, que me dieron la oportunidad de tocar un instrumento que jamás podría haber conocido sola, y de parecer buena en algo en lo que sé que jamás me destacaré. La de psicología, que me enseñó el valor del trabajo en equipo, y como casi destruir una amistad en 48 horas (si las pasas encerrada con tus mejores amigos haciendo un trabajo), y tb que a veces se puede llegar a dar clase hasta las manitas.
Al llegar a la universidad, las cosas cambiaron, algunos maestros eran de mi edad, quizá un poco más grandes, tuve grandes profesores, y grandes amigos, sin duda aunque disfruté muchas asignaturas, sus enseñanzas más importantes no son de las materias. El profesor Pradal siempre será mi maestro favorito, aunque nunca haya considerado dedicarme a los puerquitos. El amarillo, que desde antes de entrar a la carrera me convenció indirectamente de que era allí donde debía estar, el profesor De Juan que con sus gatos salvó mi titulación, La doctora socorro y el Dr Elizardo que además de mis profesores fueron mi jurado de tesis, Gabriel que evitó que odiara la genética, Memo y el Dr Monroy, que hicieron muy llevaderas materias que me causaban mucha flojera, el profesor de forrajes, a quien le seguiré debiendo una llamada cuando necesite asesoría en esos temas (no ha hecho falta :S), el de abejas que ahora puede dedicar la anécdota más graciosa gracias a mi terror por esos bichos, el dr Miguel Angel que me caía tan bn y a la vez no, no sé como funciona, Abner, que sin el jamás hubiera disfrutado las clases de vaquitas. Y unos más que se ganaron mi aprecio enorme y mi odio acérrimo también, gente a la que quizá debí haberles aprendido mucho más, pero cuyas enseñanzas guardaré para siempre.
En este día, quiero decirles que eligieron una carrera maravillosa, tienen en sus manos la responsabilidad de crear mejores personas, profesionistas, ciudadanos, y aquellos que lo hacen con dedicación y entrega, merecen muchos aplausos. Espero que tengan un gran día.
Sin estar en México y sin haber seguido tu carrera lograste que me emocionara. O escribes muy bien o estoy perdiendo mi machismo a pasos acelerados. No dudo que es lo primero.
ResponderBorrarUn beso muy grande
gracias, es bueno leerte por aqui, un besote
BorrarInteresante espacio con excelentes entradas,
ResponderBorrarun saludo desde Valencia.
feliz semana.
Bienvenido, siéntete como en casa =)
Borrar