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domingo, abril 20, 2014

Adiós Gabo



En una semana rara, de lunas rojas, granizadas fuera de lugar, temblores de tierra y procesiones religiosas, partió Gabriel García Marquez a sus 87 años, que aunque no fue demasiada sorpresa, si causó conmoción en mi círculo.

Luego luego se llenó del Gabo el Facebook, incluída una carta que en realidad no escribió él pero que le atribuyeron hace años.

Muchos se quejaron de que personas que en su vida lo ha leído lamentaran su muerte, pero para mí, es bueno saber que al menos conocen su existencia.

En mi vida, Gabriel GarcíaMárquez significa un montón de cosas, desde aquellos tiempos en la escuela enque nos lo presentaron no con 100 años de Soledad como a todos, sino con Ojos de perro Azul, un librito de cuentos que de inmediato me convirtió en una fan sin remedio.

Luego de enamorarme de su realismo mágico, y ya sin la presión de la obligatoriedad, me seguí con 100 años de Soledad que me parece uno de los mejores libros del mundo incluso si no logro recordar todos los nombres de los personajes. Después lo intenté con El amor en los tiempos del cólera, pero tuve un tropiezo en las primeras 80 páginas y lo dejé para después, Sin embargo “Extraños peregrinos doce cuentos” contenía el segundo cuento que más adoro en la vida “El rastro de tu sangre en la nieve”. No podía menos que darle una segunda oportunidad a El amor en los tiempos del cólera y pasadas las 80 páginas me encontré atrapada otra vez por sus letras.

A lo largo de mi vida le siguieron muchos más, Crónica de una muerte anunciada, Relato de un náufrago, memoria de mis putas tristes, la increíble y triste historia de la cándida Eréndira y su abuela desalmada, Del amor y otros demonios, el negro que hizo esperar a los ángeles, y muy recientemente noticia de un secuestro.

No he leído todo aunque espero algún día terminar, pero he leído lo suficiente, como para sentirme mal por su partida. 
Como siempre, cuando uno de los grandes se van, deja un hueco inmenso, y cada vez menos encuentro candidatos a llenar esos vacíos. Por si eso fuera poco en los últimos años cada vez más se han marchado más.

Hemos perdido un grande, pero nos quedan sus historias, sus letras, sus memorias. Y espero dónde esté, sienta cuánto laméntamos esa pérdida los que aun estamos aquí.

Hasta siempre Gabo

jueves, febrero 09, 2012

Reencuentros (siguiendo con los escritos viejitos)


Camino por una calle oscura.... son más de las 11 y no he llegado a mi casa... no hay ya transporte público y aunque la zona no es mala.... la ciudad está demasiado silenciosa..... me maldigo por no haber esperado a que alguien me llevara, yo ni siquiera quería ir a esa maldita comida de la oficina.... Ahora tengo que regresar a mi casa y no encuentro si quiera un taxi.... avanzo entre las calles elegantes, con sus pisos de adoquín y sus casas de ricos.... tal vez por eso es que no se ve ni un alma, después de todo ellos tienen auto. Como si mi suerte no pudiera empeorar, comienza a llover, es una lluvia tenue, pero suficiente para empaparme al poco rato, debí traer un abrigo, pero quién puede fiarse de este clima antinatural. Después de unas cuadras, los pies comienzan a dolerme... me pregunto cuántas cuadras más tendré que caminar antes de llegar a una avenida transitada. Y de pronto... todo se siente aun más callado... pareciera que en esa cuadra no hay nadie despierto, que la calle me guiara a un sitio cada vez menos tranquilizante, procuro avanzar más rápido y sin embargo algo me atemoriza... Aunque la luz es escasa.... tengo la sensación de haber estado allí antes, y me pregunto si me habré perdido.De repente se escucha algo a mis espaldas... no es el sonido de pasos... sino de algo deslizándose con cautela, y aunque mi corazón se acelera por el miedo, sé que he oído ese sonido con anterioridad, volteo para encontrar la fuente de mi miedo y la calle sigue tan vacía como antes. Eso no me tranquiliza, pues para esas alturas sé muy bien lo que lo provocó... al mismo tiempo que mi corazón late al máximo, mi cuerpo se paraliza, pues aunque lo niegue, quiero verlo. De pronto, siento su frío cuerpo abrazándome por la cintura... no puedo verlo pues está a mi espalda, pero conozco lo suficiente sus hermosas manos blancas como para saber qué es lo que me tiene cautiva. Me recarga contra el... puedo sentir su respiración en mi cabello.. y conozco lo que vendrá a continuación. Aún así, me resisto, intento voltearme para poder mirar sus ojos negros y comprobar que es él. Y sin darme cuenta, comienzo a hablar.... lo maldigo por aparecer así, después de tantos años, después de abandonarme a mi suerte cuando más lo necesitaba. Lo maldigo por decirme que me amaba sólo para dejarme después, que me importaba a mi que fuera por mi bien, sabía que hubiera muerto en sus brazos si lo hubiera pedido. He probado sus labios, le he ofrecido mi sangre y he probado la suya, apenas unas pocas gotas que se intercambiaban en nuestros abrazos, y sin embargo, él sabía que eran suficientes para que yo le perteneciera. Y aun así, un día dejó de venir a mi, me negó su cuerpo al no querer tomar mi vida. Me llevó a conocer su alma para después alejarse sin mirar atrás...... me tomó una eternidad reponerme, caí en un abismo tal que al final ya no supe si había sido realidad, o tan sólo un sueño que me ayudó a salir de mi vida trivial..... pero como fuera, cuando eso terminó, mi devastación no pudo ser peor.... no volví a ser capaz de rodearme de los míos... no creí que seguir viva pudiera ser posible sin el calor de su sangre, sin acariciar su cuerpo de mármol y mirar sus ojos profundos. Y ahora, cuando por fin creí que había salido, cuando tengo un trabajo estable (aunque lo odie), amigos (creo) e incluso alguien que me espera por las noches, ha decidido regresar.... Para ese momento, ya dudo si llegué ahí por accidente, si me llamó con la mente, o si fui yo quien lo busqué inconscientemente. Y él, simplemente me aprieta contra su cuerpo, no detiene mis reclamos, ni mis manos golpeándole inútilmente el pecho.... tan sólo me abraza más y más mientras su boca busca la mía... las lágrimas resbalan por mis ojos, me siento llena de rabia, y a la vez, no intento soltarme, pues sé que lo había deseado con el alma. Por fin consigue lo que quiere.... sus labios me besan con avidez y yo no puedo evitarlo. Abro los ojos cegados por el llanto... y miro sus mejillas teñidas de rojo con lágrimas de sangre, como si él tampoco me hubiera olvidado. Ya no importa nada.... beso su rostro y el pasado se pierde... él hunde su cara en mi cuello y el mundo desaparece. Me besa con ansiedad poco antes de morder delicadamente mis venas...yo siento la sangre fluir a su cuerpo, nuestros corazones se unen en un mismo latido y sus recuerdos se mezclan con los míos, sé que quizá estoy gritando, el dolor es discreto y placentero, pero el instinto me lleva a aferrarme a la vida..... El muerde con más fuerza y la vida comienza a escaparse rápidamente de mi, me deja con cuidado en el suelo y me susurra algo sonriendo, pero ya no logro escucharlo, la muerte me acecha y creo que me vencerá.... Sin embargo, él me mira como si acabara de enamorarse por primera vez de mi.... y cuando se agacha a mi lado y descubre su cuello.... logro entenderlo todo... ha regresado, y esta vez, estaremos juntos toda la eternidad.

lunes, enero 16, 2012

cuento (4, y último)


-No lo sé, simplemente tenía que verte.----- ¿No te parece egoista? Volteo a verte y me doy cuenta que lloras, tu rostro está bañado en rojo, y repentinamente pareces más pequeño debido a la tristeza.
Me acerco a ti y te abrazo. “Te amo”, te digo mientras acaricio tu cabello. Sin soltarte, desato la toalla que cubre mi cuerpo, ésta se desliza a la alfombra, y acerco aun más mi cuerpo al tuyo, escucho tu respiración agitarse y comienzo a besarte con pasión. Tu pulso se eleva poco a poco. Como antes, como siempre.
Te llevo a la cama y mientras desabrocho tu saco, muerdo con toda la fuerza que soy capaz mis propios labios, ese sabor metálico rápidamente aparece en mi boca, te beso de nuevo y tú lo sientes también. Veo la transformación en tu mirada, el amor se vuelve deseo, el sabor de mi sangre te llena y despierta tu instinto, siento tus uñas clavarse con fuerza en mi piel. Y eres tu quien ahora muerde mi lengua y mis labios, haciéndome daño y al mismo tiempo encendiendo mi pasión.
Un destello de cordura ilumina tu rostro e intentas separarte, pero yo te aprieto contra mi boca y un nuevo chorro de sangre cae a tu gargánta, poseyéndote como un demonio. Ya no tratas de luchar, separas tus labios de mi, únicamente para clavar tus dientes en mi cuello y sentir mi latido con más fuerza. Veo imágenes de mi vida pasar ante mi, aunque procuro mantenerme alerta por si vuelves a dudar. Pero tu te has convertido en el cazador, ya no soy tu amada, sino la cena. Soy consciente del dolor en mi boca, en el cuello, siento los latidos de mi corazón disminuir poco a poco. La vista comienza a nublárseme, y sé que estoy a punto de morir.
Haciéndo un esfuerzo incalculable, trato de apartarte de mi, te empujo con fuerza y por fin regresas del trance, me sueltas con el rostro lleno de terror al darte cuenta de lo que has hecho. Debo tener la muerte marcada en la piel, y me encuentro a punto de desfallecer.
Sin embargo, con un último aliento, tomo tu mano con la mía y te digo nuevamente que te amo, mientras con la otra busco las tijeras que guardo en la mesa de noche y te las clavo en el brazo. Tú me miras sorprendido sin comprender durante un segundo, para cuando lo haces, es demasiado trarde. El hilo de sangre que escurre por la herida es cubierto por mis labios. Al primer contacto con tu sangre, una fuerza sobrehumana me invade y me aferro a tu muñeca con furia. Siento la calidez de mi propia sangre regresando al cuerpo y con la mente trato de tranquilziar tu rostro aterrado, de explicarte que es la única manera, de demostrarte que esto es únicamente un acto de amor, poco a poco siento tu brazo aflojarse dócilmente, y se que por fin lo has comprendido. Aunque tu cara aun tiene la sombra del miedo, con tu mano libre acaricias mi cabello y eres tú quien dice esta vez. -Te amo---





* Todas las imágenes usadas para el cuento, son de Victoria Frances  que para mi es de las mejores ilustradoras de Vampiros y similares.

sábado, enero 14, 2012

cuento (3)


Al mismo tiempo que decía las últimas palabras, se levantó del sillón. Se acercó lentamente, como midiendo mis intenciones. Supongo que esperaba que tratara de huir. Pero yo estaba cegada por el odio, te odié cn toda mi alma por darle tu sangre a ese ser cínico y despreciable, quizá era efecto de mi furia, pero su rostro antes hermoso, ahora me parecía aterrador, sin vida, pero lleno de odio.
Lo dejé acercarse a mí, si pensaba matarme, no trataría de impedirlo, era mejor la muerte que seguir sintiendo ese dolor inmenso que su historia acababa de causarme. Siete años contigo y tú le diste la inmortalidad a él, me parecía justo que fuera él quien terminara con mi vida, dado que acababa de asesinar mi alma.
Me di cuenta que tenía los ojos cerrados mientras pensaba en todo esto. Cuando los abrí, él estaba a mi lado. Me miró con deseo, pero no era lujuria, era hambre. Se tomó su tiempo como un lobo, me reconoció con su rostro, olfateándome como un animal, me tomó de la cintura con fuerza,y después me besó en la boca salvajemente, sin ningún sentimiento. Salvo quizá odio.
En ese momento sentí miedo poro primera vez. No me asustaba la idea de morir, pero sabía que sería doloroso, él no lo haría rápido, quería que sufriera pues pensaba que esto te lastimaría aún más. Me tomó del cabello con violencia y echó mi cabeza hacia atrás, descubriendo mi cuello. Pensé que me clavaría los colmillos en ese momento, pero no será tan fácil. Sentí un dolor agudo en la garganta, pero su rostro aún seguía sonriéndome maliciosamente, por lo que supe que no se trataba de sus colmillos. Y sin embargo algo tibio empezó a brotar con fuerza de la herida. El maldito me había cortado la yugular con algo, y estaba desangrándome con rapidez. Él comenzó a lamer la sangre que escurría, pero controlando sus ganas de atacarme por completo, pensaba verme morir sin la gracia del placer que produce la mordida, quería que sintiera perfectamente mi propia muerte y no me concedería la posibilidad de llenarme con imágenes tranquilizadoras. Rápidamente sentí mi ropa empapada. Él apenas alcanzaba a beber parte pues la sangre brotaba a chorros. Pensé que me desmayaría pronto y el dolor desaparecería, pero él me hablaba, insistía en mantenerme consciente, clavaba sus dedos en mi espalda, obligándome a sentir, y tiraba mi cabello si mis ojos se cerraban.
No sé cuánto tiempo pasó, pudo ser un minuto, una hora, la muerte llegaba demasiado lento y yo sólo podía pedir que no se retrasara más. Justo en ese momento volví a pensar en ti, y por fin, perdí el conocimiento.
Desperté dos días después en el hospital, sin tener idea de cómo. Me sorprendió darme cuenta de que estaba con vida, el dolor y la debilidad que sentía, eran singno inequívoco de ello. Al abrir los ojos , vi a Daniel a mi lado, durmiendo. Se había quedado ahí durante días. Él me explicó que me había encontrado en la cama, sin conocimiento, pálida como la muerte, mi ropa estaba bañada en sangre, pero no había heridas visibles. Me había desangrado casi por completo, y no lograron encontrar la razón. Pensaron que podía tratarse de un aborto, pero los estudios no revelaron nada, los médicos estaban desconcertados, y apenas lograron salvarme.
Cuando pude mirarme al espejo me di cuenta que estaba muy pálida. Curiosamente, aunque la herida había desaparecido por completo, en su lugar había dos marcas rojas, no parecían abiertas, pero tampoco sanaron nunca.
Mi buena salud me hizo recuperarme rápidamente, pero emocionalmente quedé devastada. El odio que sentía por ti, y la incertidumbre de no saber qué había evitado que ese ser me matara, me afectaron en todos los ámbitos de mi vida. Daniel se esmeraba en apoyarme, pero yo sólo podía pensar en ti.
Poco a poco se fue cansando de cuidarme, de estar, y un día, simplemente dejó de intentarlo.
Su partida fue casi un alivio para mí. Al no tenerlo tras de mí todo el tiempo, pude refugarme en el trabajo, y poco a poco normalizar mi vida, y justo ahora, cuando por fin me sentía ligeramente en paz, apareces de nuevo. No sé qué diablos haces aquí, por qué vuelves mi vida un caos, cada que empiezo a salir adelante.
Después de escucharme, te levantas del sillón, en un movimiento casi gatuno, apareces a mi lado y me abrazas. Con dulzura recargas tu cara contra mi cabello, y susurras en mi oído --- Porque te amo. ¿Quieres saber qué pasó?. Esa noche él me llamó, mientras tú luchabas por tu vida, él me llenó la mente con imágenes de tu muerte, no lo hizo hasta que tu cuerpo estaba bañado en sange y creyó que no podría hacer nada. O quizá esperaba que hiciera lo mismo que con él, que me condenara de nuevo tal vez era su venganza.
Llegué a este lugar más rápdo de lo que jamás lo había hecho antes.
Él ya se había marchado, sintió terror de saber lo que le haría, y se fue, con el conocimiento de que yo tendría que elegir entre salvarte y alcanzarlo.
Cuando entré, apenas respirabas, el olor de tu sangre inundaba el cuarto, no me había alimentado esa noche y me golpeó como un puño. Me invadió un mareo inmenso, y tuve que obligarme a no salir corriendo, conforme el apetito me empujaba a ti.
Mientras me acercaba, mordí mis labios hasta hacerlos sangrar, y te besé la herida para cerrarla. A pesar de la sangre que perdiste tu latido era fuerte y constante, y me invitaba como una melodía. Por un momento me dejé llevar por ese sonido, hasta que un sabor delicioso llenó mis labios. Era como beber el cielo. Mientras la música se escuchaba más y más fuerte los vi. A tu verdugo y a “Él”, el que me robó tu corazón, vi también tu vida, tu amor por mí, y aquella despedida tiempo atrás. En ese momento me di cuenta de lo que estaba haciendo, y te solté. Salí corriendo de la casa, marqué el número de la ambulancia, por la cual Daniel pudo salvarte, y corrí como demente, no sabía hacia donde, no llevaba un rumbo aparente. Corrí casi hasta el amanecer, pero al fin lo encontré. No le di tiempo a explicaciones, no me importaba lo que tuviese que decir, sentía el cosquilleo del amanecer en la piel, y sabá que si no actuaba en ese momento, no lo haría nunca.
Me fui sobre él. Se defendió por supuesto, y nos enzarsamos en una gran pelea, él me mordía, me golpeaba, y trataba de librarse de mí, pero mi furia me hizo sujetarlo del cuello, y no lo solté ni cuando sus huesos comenzaron a crujir, bajo mis dedos. Sentí sus dedos aflojarse en mi brazo, pero sabía que no era suficiente, Con poco esfuerzo en realidad, lo aventé con furia y quedó clavado en la cruz de una pequeña lápida al lado de la carretera.
Me disponía a atacarlo nuevamente, cuando un rayo de sol alcanzó su brazo y lo vi arder. Esto me regresó el sentido y como pude me oculté en una iglesia cercana.
En la noche desperté y salí nuevamente a buscarlo, encontré la cruz rodeada de cenizas y trozos de su ropa, y supe que no había necesidad de buscarlo más, su muerte había llegado.
No me atreví a verte hasta varios días después, me aterraba la idea de haberte matado, pero la culpa me impedía acercarme si estabas débil. Sabía que de ser así, esta vez sucumbiría. Sin embargo, vigilaba a Daniel constantemente, sabía que si iba al hospital era porque seguías con vida.
Al fin, una noche, te vi volver a casa, y sólo entonces, me marché.
Estaba decidido a no volver a verte, a dejarte en paz. Comencé una travesía al Caribe, y pensé en no regresar jamás.-----
Lo que nos regresa a mi primer pregunta. Qué haces Aquí.

jueves, enero 12, 2012

cuento (2)


Él quería conocerme. Tenía que venir a restregarme en la cara, que tú le diste como si nada lo que a mi me negaste rotundamente .
Llegó una noche igual que tú. Sabía que Daniel estaba de viaje, y lo encontré en el mismo sitio en que te encuentras ahora. Pero las circunstancias no podían ser más distintas.
Entré a mi cuarto y su figura pálida estaba sentada, sonriendo ampliamente. Dudo mucho que estuvera tratando de ocultar su naturaleza, por el contrario, él quería que supiera lo que era. Su boca dejaba ver claramente los colmillos que le habías obsequiado, y sus ojos dorados, difícilmente se ven en un mortal.
Conozco lo suficiente de vampiros para saber que esa noche, no había cazado. Sus ojos demostraban ferocidad, y la única razón por la cual no salí corriendo en ese momento, fue porque las piernas no parecían querer obedecerme.
Cuando pude calmarme un poco, me di cuenta de más detalles. Ciertamente era hermoso, en una forma en que ni tú ni yo lo somos. Su cabello rubio y lacio cayendo hasta la mitad de su espalda, la barba de candado perfectamente arreglada, su modo felino de moverse. Junto con su chaqueta de cuero y jeans rotos en un perfecto color negro, era la personificación del Lestat en su época de rockstar, un perfecto vampiro moderno. Aun así, resultaba aterrador, me recordo un lobo, un cazador hermoso y violento a la vez.
También en ese momento noté el anillo que llevaba, “mi anillo”. Creo que en ese momento el corazón dejó de latirme por un segundo. Lo primero que pensé es que él te había atacado, que quizá te lo había robado y en ese momento estabas muerto o malherido en algún lugar. Pero él no parecía un vampiro viejo, podía darme cuenta de eso, y yo ya había visto tus poderes, sabía que no era posible que alguien así te venciera.
Y entonces lo supe.
Como si el ser hubiera estado leyendo mis pensamientos (cosa muy probable) casi en el mismo momento en que llegué a esa conclusión, él se levantó, aún con su sonrisa sádica en el rostro, comenzó a rodearme lentamente, recordandome aún más a un lobo cazando. Pero en vez de lanzarse sobre mí, como creí que haría sonrió aún más, se recargó en la parded y comenzó a hablarme. “Tenía que conocerte” me dijo, "Braulio me ha hablado mucho de ti. Creí que exageraba, pero veo que eres tan hermosa como él te recuerda.Claro que lo que más me dijo de ti lo hizo en silencio, cuando me convirtió en el ser qe ves ahora. Estoy seguro que él no hubiera querido compartirme esos pensamientos, pero su tonto amor por ti lo hace tan vulnerable, que no hay forma de ocultarlo.” -el te convirtió?- y tontamente le dije – Pero si él había prometido...- Él me interrumpió y dijo “Ah sí, esa tonta promesa. Bueno, no esperabas realmente que la cumpliera ¿o si?”. El debió notar el desconsuelo en mi rostro porque comenzó a reirse. “¡Vaya!, parece que sí. Pero si fue my facil convencerlo. Quizá no usaste la técnica correcta. Verás, Braulio es un romántico, no puede estar solo por mucho tiempo, y yo soy justo lo que él necesitaba, alguien que le de sentido a su inmortalidad, un cazador nato que lo mantenga en forma, que lo rete lo suficiente para que no se aburra del mundo. Después de todo, en 400 años parece haber conocido todo, qué podría hacer los siguientes mil.
Pero no llores querida, sé que él te quiere, me lo dijo esa noche en que lo convencí de morderme.” -No estoy llorando repliqué, pero en ese instante noté el sabor de mis propias lágrmas en la boca. Él continuó su historia.
Tenía ya 3 meses visitándome. Supongo que en un principio quería comerme. Nunca he sido una buena persona. ¿sabes? Pero gran parte de mi éxito se debe a mi astucia y poder de seducción; puedo percibir el peligro a una gran distancia. Poco a poco lo atraje y después de un tiempo, su curiosidad pasó a ser franco deseo. En un principio no estaba seguro de que era él, pero hay suficientes películas hoy en día sobre nosotros, y sus constantes visitas nocturnas me revelaron el secreto. Y yo quería eso, así que se lo pedí. Claro que se negó, y me pidió que jamás lo volviera a mencionar. Fue cuando habló por primera vez de ti, y de cómo te había dejado por esa misma razón. También insistió mucho en que debía cambiar mi estilo de vida, ser una buena persona, y ese tipo de tonterías.
Yo soportaba sus sermones, le escuchaba y pretendía entenderlo. No volví a sacar el tema a colación. Pero cambié la estrategia, como dije, es un romántico. Poco a poco me volví su cachorro, cada vez más dependiente de él, el alma descarriada que necesita ser salvada, y él era el héroe que lo haría. Sin embargo para que mi idea funcionara tenía que añadirle un toqueTrágico. Poco a poco me volví más bueno, me arrepentí ante él por todo el daño que había causado. Y confesé cómo esto me provocaba un inmenso dolor.
Fue tan divertido representar este papel. Dejé de comer, dormía lo menos posible, y poco a poco comencé a parecer enfermo. Él por supuesto lo notó, me visitaba diario, me obligaba a a probar las deliciosas cenas que cocinaba para mí, y me hablaba de las maravillas de estar vivo. Si bien ahora sé que no era amor lo que sentía, sino una gran compasión y codependencia, lo aproveché bien.
El final de mi obra tenía que ser total, era un poco riesgoso, pero lo había llegado a conocer lo suficiente para saber que no no fallaría.
Una tarde, poco antes del ocaso, llené la bañera con agua tibia, me despojé de mi ropa, la doblé cuidadosamente y la coloqué sobre el mueble de baño. Encima puse la carta de despedida que previamente había escrito, arrepintiéndome profundamente y decidiendo terminar con mi vida para purgar los pecados cometidos. Me metí en la bañera y disfruté un poco el agua tibia en mi piel antes de tomar la navaja de afeitar.
Sabía que faltaba poco para su llegada. Todo tenía que ser calculado con exactitud. Si él se retrasaba, me desangraría antes de su llegada, si llegaba muy pronto me llevaría al hospital y serían los médicos los encargados de salvarme. No podía fingir, tenía que ser real.
Mientras el pulso me temblaba, me obligué a serenarme y tracé dos cortes profundos, uno en cada muñeca. En un segundo, el agua se tiñó de rojo con la sangre que salía de los cortes, la observé cambiar de color y pensé que no era tan doloroso como imaginaba. Poco a poco comencé a marearme y supe que pronto perdería el conocimiento. Y por primera vez, sentí miedo de que él no llegara. Con mis últimas fuerzas susurré "ayúdame" y después me desmayé.
Lo que ocurrió después son solo conjeturas imagino que le llegó el olor de mi sangre, entró en el baño y me vio, junto con la carta , imagino su culpa. Casi podría verlo si cierro los ojos.
Recuerdo que me hablaba. Su voz sonaba lejana. Quería abrir los ojos pero me sentía muy débil podía sentir su fría piel rozando mi cuerpo mientras me sacaba de la tina y me colocaba en la cama.
Recuerdo su estremecimiento ante el olor de mi sangre. sabía que se debatía entre el instinto y la cordura. Sentí algo tibio en los brazos, y el dolor en las muñecas desapareció, sin embargo la debilidad no.
Cuando parecía que me iba a desvanecer nuevamente, sentí al fin sus colmillos clavarse en mi garganta. El dolor fue mucho mayor que el de la navaja, y sin embargo, era una sensación placentera. Poco a poco, imágenes de mi vida y de todas las personas que maté atravesaban mi mente. Al mismo tiempo escuchaba mi corazón tratando de retener la poca sangre que aun conservaba y el suyo sincronizandose con mis latidos.
Poco a poco, mi pulso bajaba su ritmo mientras el suyo aumentaba y sólo entonces alejó su boca de mi cuello. Me desplomé en la cama pensando que quizá su finalidad era matarme, sentía la muerte llegar cual si fuera una presencia tangible, mi plan, después de todo, había fallado.
Pero entonces, la calidez que había sentido en mis heridas, cayó sobre mis labios regresándome la vida. Sentí el sabor de mi propia sangre en la suya, y como si mi cuerpo la reconociera como propia y quisiera reclamarla, tragó con avidez. Me aferré con una fuerza desconocida e ilógica dada mi agonía y tomé su sangre (mi sangre) de el cuello que él me ofrecía. Nuevamente nuestros corazones se sincronizaban , pero esta vez, fue el mío el que cobraba fuerza con cada trago que daba.
Fue ahí cuando te vi por primera vez, su amor por ti, el dolor de perderte, la culpa por darme lo que a ti te negó, y también ahí supe que serías un peligro.
Finalmente él me alejó de su cuello, se sentó a observarme mientras grandes lágrimas rojas resbalaban por sus mejillas. Pero yo sonreía. Lo había logrado. Sentía mis dientes alargados, mis sentidos alerta de una forma que no conocía, pero por sobre todas las cosas, sentía un apetito voraz.
Me levanté de la cama y fui a su lado, lo abracé y besé en los labios y le dije --- Me salvaste la vida, ahora debes enseñarme lo que sabes. Llévame de caza.---
A partir de ese día, volvió a ser mi tutor, pero esta vez educándome en la inmortalidad, trasmitiéndome sus dogmas, como el alimentarse sólo de escorias sociales, ocultar nuestra natraleza y todas esas tonterías que él considera de vital importancia. Yo una vez más fingí poner atención, pero a sus espaldas, daba rienda suelta a mis poderes.
Sin embargo, él continuaba hablando de ti, la culpa lo comía tanto como el amor, y fue creando una pared entre nosotros. Fuimos distanciándonos. Él se volvió más taciturno, y creo que empezó a sospechar de mis actividades, pues al final, me echó de su vida.
Cuando esto ocurrió me di cuenta de cúanto lo amaba, sentí rabia, impotencia, y juré vengarme con lo que él más ama.
Por eso estoy aquí. Y debo decir que no esperaba un ser como tú. Me dará mucho gusto acabar con tu vida, seguro que tu sangre es de lo más deliciosa.”

miércoles, enero 11, 2012

Cuento (1)


Como hoy realmente no tengo nada que contar (al menos hasta que acabemos de ver "Media Noche en París) cambiaremos un poco el ritmo. Primero un saludo a mis nuevos seguidores, espero este lugar sea de su agrado, agradecer sus comments, y ahora, tengo un pequeño cuento que me gustaría enseñarles, como es un poco largo, lo iré poniendo por partes, bueno, y si es que a alguien le interesa leerlo XD, se aceptan comentarios.


Son las 8 pm, es hora de marcharse, en la oficina ya no queda nadie; la verdad es que yo tampoco debería estar aquí, pero a mi jefe se le ocurrió a última hora que quería el informe listo para hoy, y ahora, él está con su amante, y yo aun debo recorrer una hora en auto hasta mi casa.
Salgo por el vestíbulo y no veo a Don Fer, quizá fue al baño, sin embargo todo está demasiado silencioso. En el estacionamiento sólo queda mi carro; imagino que el policía viene en metro. Subo a mi mustang rojo y lo arranco lo antes posible, no me siento segura yo sola en el gran estacionamiento subterráneo, aun me quedan seis meses por pagar.
Todo el camino ignoro el tráfico, por alguna razón, vengo pensando en el pasado. Quizá es el exceso de trabajo pero comienzo a recordar aquellas noches en las que tú me esperabas en casa.
Hace tanto tiempo que despierto sola.
Me obligo a mirar el camino cuando el calor de mis recuerdos comienza a invadirme provocativamente. Lo que menos necesito es tener un accidente, con la cantidad de trabajo que tengo. Aunque por un momento me divierte la idea, yo en casa con una pierna rota, mientras mi jefe se vuevle loco con la carga de trabajo. Me río ante esta idea, pero nuevamente estoy divagando; el sonido de un claxon me regresa a la realidad. Sin darme cuenta, ya casi estoy en casa.
Llego a mi edificio y atravieso el pasillo hacia el elevador. Quizá si no viniera tan cansada, me habría dado cuenta de lo callado que está todo. Pero lo único que deseo es quitarme los tacones, que tras 12 horas se sienten como agujas atravesando mis pies.
Entro en mi departamento sin molestarme en prender la luz, es suficiente con la que entra por la ventana.
Aviento los zapatos apenas cruzando el umbral. Dejo caer la bolsa en el sofá y me dirijo a la recamara. Me quito el saco y las medias mientras decido entre darme una ducha, o tumbarme en la cama sin más preámbulos. Quizá debería haberme extrañado la ausencia de Senki, mi gato, pero mi cansancio es en lo único que puedo pensar.
Finalmente me decido por el baño. Me quito el resto de la ropa y me doy una ducha rápida, sólo para relajarme y quitarme el olor a oficina. Salgo de la regadera y me envuelvo en una toalla, y me extraña observar la lámpara de noche prendida. Abro la puerta del baño un poco asustada y noto tu presencia por primera vez, en el sofá de la recámara. Doy un ligero respingo pero me obligo a recomponerme de inmediato.
Hace tanto tiempo que no tenía esa imagen frente a mi. Tu silueta desparramada desordenadamente, con tu aire despreocupado, y esa actitud cínica que me vuelve loca.
Tu me miras fijamente, y sin embargo, es como si tu mirada me atravesara. Tu cabello cae sobre tus hombros, negro como la noche más profunda, con tus apenas rizos como enredaderas. Sé que no es posible que hayas cambiado en absoluto, y sin embargo, te veo más alto, más elegante y más hermoso si es posible.
Tú te das cuenta del hechizo que has vuelto a provocar en mi y sonríes ligeramente con tus labios rojo sangre, apenas lo suficiente para mostrarme la punta de tus deliciosos caninos que me causan un escalofrío en la nuca que nada tiene que ver con el miedo.
Trato de recobrar la compostura mientras recuerdo el dolor que me causó nuestro último encuentro. Y busco en él fuerzas para comenzar a hablar.
--- No deberías estar aquí-- logro articular. Tú me miras finalmente a los ojos sin quitar la sonrisa.
--¿Por qué? Él ya no viene mucho ¿o si?
---Sabes perfectamente que no es por él-- contesto, y como si estas palabras fueran mágicas, la furia comienza a crecer en mi.
Tú sonríes cínicamente, haciéndome enojar aún más, y dices con voz melódica
---Si me fui es porque tú así lo quisiste, y lo sabes, porque preferiste darle tu corazón a él.-
--Sabes bien que no fue así, la única razón por la que decidí intentarlo con él fue tu negativa a mantenerme a tu lado. Tus promesas absurdas de jamás convertir a nadie. ¿Qué se supone que debía hacer? ¿Morirme mientras tu vivías para siempre? Envejecer a tu lado mientras tu rostro perfecto me recordaba cada día lo limitado de mi propia existencia?
Él me amaba realmente, estaba conmigo a pesar de todo, incluso cuando por tu culpa, una vez más me alejé de él, siguió insistiendo muchísimo. Y durante algún tiempo, hasta antes de recibir esa visita, casi logré ser feliz, lo quería con el alma, y por primera vez, creí que jamás volvería a pensar en ti.
Pero ya deberías saber que mi odio nada tiene que ver con eso. No fue el pedirte que te fueras lo que me destrozó el corazón. No fue tu ausencia lo que hizo que mi relación con él fracasara. Fue la visita que recibí hace un año.