A estas alturas, creo que mi obsesión con los gatos es bien
conocida.
Pues bien, actualmente mis gatos son dos viejitos y una gata
adulta de 3 años.
Por motivos que no vienen al caso, compartimos el espacio
con otros dos gatos de 3 años y una perrita anciana en este momento de nuestras
vidas. Pues bien, aunque todos los gatos son traviesos, la verdad que la
mayoría de los míos son tranquilos. Todos excepto la pequeña vaquita de 3 años.
Esa gata es un terremoto, como que no se ha dado cuenta que
ya no es más una cachorrita ágil, corre por aquí y por alla, derrumbando todo a
su paso. Como todos los gatos duerme
mucho, pero cuando no está durmiendo, está jalándole una oreja a alguien,
tirando cosas, correteando al perro, trepada en algún lugar inaccesible, o
agazapada en algún sitio esperando que alguien pase para tirarle un zarpazo
(normalmente no saca las uñas, es más como una patada, pero a veces se le
olvida y puedes llevarte un rasguño).
Es también la más dulce gata que haya conocido nunca. Me
saluda con mucha efusividad, me da besitos, pide amor todo el tiempo y es súper
platicadora.
Normalmente sus locuras son más causa de risa que de
molestia, por ejemplo, estoy acostumbrada ya a que si entro al baño, ella entra
atrás de mi, me pedirá algo de amor, y luego irá a hacer pipí, como si yo, (o
ella) necesitara compañía para llevar a cabo el cometido.
Si ve una caja, debe meterse en ella, no importa el tamaño,
ya sea un six de cervezas, o una caja de pizza, o la caja del calentador que
puse en invierno. De hecho, el invierno lo pasó metida en esa caja, escondida,
esperando que cualquiera pasara para sorprenderlo.
La noche del domingo, tuve muchísimo trabajo, debía
terminarlo para el sábado (sí ya sé) y después de la celebración del día de las
madres, me imaginé que me tocaría una noche de insomnio, así que empecé.
En algún punto de la noche, los animales pidieron salir a
hacer su ronda nocturna. El lugar en el que vivo es un edificio de grandes
bardas, por lo que normalmente los dejó pasear por ahí, nunca salen más allá
del patio.
A las 5 am, me di cuenta que terminar esa noche sería
imposible, los ojos se me cerraban y debía levantarme a las 8 para ir a mi otro
trabajo, así que me rendí y llamé a los gatos. Ella no vino, lo cual me extrañó
pues siempre sube en cuanto la llamo, como dije es muy cariñosa y responde cada
vez que oye su nombre.
Pero a las 5 am, y llevando 6 horas trabajando sin parar, la
verdad que renuncié a la tarea.
Al día siguiente me levanté y terminé mi trabajo, pero
cuando después del café de la mañana mis neuronas hicieron sinapsis, me di
cuenta que la gata no había vuelto. Mi mamá como siempre hacemos, entró en
pánico y bajó a buscarla en pijama, decidí acompañarla pues sabía que si me
escuchaba contestaría.
Efectivamente, empecé a oir sus maullidos pero ella no
aparecía, así que seguí el sonido, y me llevaron a una pequeña área cerrada por
una puertita donde el vecino tiene su lavadora y esas cosas. La escuchaba, pero no la veía.
Lo primero que pensé es que había quedado atrapada en un
bote inmenso que tiene (que en ese momento no sabía está lleno con agua) así
que le llamé a mi mamá y le tocamos al vecino con mucha pena y le pedimos
permiso para pasarla a buscar, cuando entramos nos dimos cuenta que no estaba
ahí. De todo el edificio, su patiecito es la única zona donde la barda es tan
sólo de unos dos metros de altura. Supongo
ue para evitar mojar su lavadora, el muchacho colocó un techito de teja
dejando un espacio como de 40 cm entre la barda y el mismo. Y entonces me di cuenta que la gata se había
caído ahí.
He escuchado horribles historias sobre gatitos que caen en
esa separación y no hay forma de sacarlos y mueren de hambre. Así que sí, tal vez entré en pánico un poco
antes pero qué puedo decir.
Me subí en el lavadero (y luego en una llanta) tratando de
ver a la gata, ella estaba un poco desesperada, brincó una vez pero no llegó a
la barda, intentamos darle una superficie que le diera más tracción, pero nada,
es medio wey. Al final decidí que tenía que entrar por ella, y pensé que la
barda no era tan alta, el espacio entre los edificios era de unos 40 cm, así
que para salir, seguro podía apoyarme en varias paredes, lo he hecho cientos de
veces en Prince of Persia, qué tan difícil puede ser en el mundo real, incluso
hay un video de un niñito como de 3 años
haciéndolo en internet.
Con bastante trabajo logré pasar y bajar, de ahí sacar a la
gata fue cosa fácil, mi mamá la subió y ya todo estaba bien.
Ahora, cuando empecé a subir me di cuenta que no era tan
fácil, los zapatos que traía, se resbalaban por completo, y mis brazos tienen
la misma fuerza y ancho que los de Bob Esponja.
Hice uso de casi toda mi fuerza y logré subir una buena
parte del cuerpo, pero el esfuerzo me causó una migraña fabulosa y no conseguí
hacer la última parte que involucraba recargar el pecho sobre la barda. Así que me volví a bajar y ya estaba muy
agitada, así que mi mamá creyó que sufría un ataque de pánico.
La verdad es que no me daba pánico no salir (sólo pensaba lo
ridículo que sería llamar a los bomberos por ello) pero la humedad era bastante
y mis pulmones de fumadora no son lo que solían ser, así que sí podía ocurrir
que me diera un infarto antes, pero creo que pudo más la sensación de
vergüenza, y al final logré trepar, el problema fue, que subí por una esquina y
había un cable estorbándome que impedía que diera la vuelta y bajara con
dignidad.
Para ese momento el vecino ya había salido y muy amablemente
se ofreció a cacharme, así que bajé completamente de cabeza, pero él perdió el
equilibrio y al jalarme me raspé todo el cuerpo y me golpee la rodilla, y fue
un milagro que no acabáramos ambos en el suelo.
Así que al final, acabé toda magullada y con muy poca
dignidad, llena de moretones pero con la gata a salvo.
Debo admitir que casi nunca me pasan cosas así, pero cuando
me pasan, me pregunto cómo es que algunas personas reaccionan ante las
adversidades y problemas corriendo por su celular. Nunca pensé en ello, y ahora
en retrospectiva, creo que lejos de convertirse en un video heroico, hubiera
ido a parar a las cosas graciosas en internet. Así que mejor lo dejamos
así.
Mi gata se recuperó de la experiencia traumática
con rapidez, un par de horas más tarde ya quería largarse de nuevo, en cambio
yo, sigo con dolor de cuerpo y me niego a abrirle la puerta hasta que tape el
hoyo
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